La ciudad de Marsella es grande, desordenada y, a simple vista, no muy encantadora. Luego de dejar mis cosas en el hostal más clandestino, feo y caro en el que haya estado jamás salí a buscar el puerto. Y confieso que me perdí por un rato. Caminé bajo el inclemente sol y por calles no muy lindas por un buen rato, comenzaba a fastidiarme hasta que de repente, al doblar una esquina, me topé con esto.
La catedral de Marsella me pareció una de las más bonitas que he visto.
Así que la perdida valió la pena. Y luego, por fin, llegué al puerto.
La verdad es que me emocionaba pensar que estaba en uno de los puertos más famosos y antiguos del mundo. Imaginaba piratas y corsarios que paraban ahí en otra época… pero ahora es tiempo de la confesión: la verdadera razón por la que quise ir a Marsella es esta:
Para ver el castillo de If. Imaginé a Edmond Dantès saltando al mar para escapar de su prisión. ¡Y vaya mar más bonito!
Fui en un barco a ver Les Calenques, que son una de las cosas más bellas que he visto en mi vida. Si me gustó el color del mar en Niza, aquí me daban unas ganas tremendas de embotellar el color del agua. Y de nuevo, las fotos no le hacen justicia al color, pero pueden darse una idea…
Para llegar a algunas de esas mini playitas es necesario ir en barco o por tierra caminando por senderos que bajan desde esas rocas.
Ahora otra confesión, al principio pensé que no me gustaría para nada vivir en Marsella, es demasiado caótica y al caminar por sus calles hasta te da la impresión de que es algo insegura. Pero luego de ver en qué y en donde se entretienen los marselleses me dije que bien podría soportar la vida ahí, si en los ratos libres puedo ir a lugares así…
Así que, por si no lo han adivinado, cambié de idea, ahora de grande quiero ser residente de Marsella.
1 comentario:
Bueno, Marsella, Montecarlo, tu decide, yo me adapto...y si, la catedral es bella, y si piensas que es una de las mas bellas que has visto ¡es que aún no conoces San Marcos!
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